Amarga victoria. ¿Qué ha pasado?, el Partido Popular vuelve a ganar pero esta vez no gobernará. Lo hará la izquierda con una coalición de no ganadores, un PSPV vendido a populismo e independentismo. Los nuevos naranjas entran por la puerta grande del Palacio de los Borja y del consistorio, pero sin opción a llave.
El destino no era desconocido, uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Con estos resultados se cumple el sueño de muchos valencianos de acabar con el, hasta ahora, feudo histórico del PP, ya que ni pactando con los progresistas de centro-izquierda sobrepasamos el eje vertical de simetría. Claramente los valencianos han votado cambio, un cambio radical de 180º en todas las políticas conocidas hasta ayer.
El toque que se le dió al partido de Rajoy en las últimas elecciones europeas ha influido mas bien nada en toda la geografía nacional. Cierto es que las candidaturas del PP en toda la Comunitat han hecho una campaña honesta, limpia y ejemplar, sin rastro de imputados, pero ello no ha sido suficiente para convencer a esa absoluta mayoría que durante tanto tiempo confió en nosotros. La corrupción ha pasado factura electoral, y tanto, ha conseguido eclipsar todo lo logrado, como la ubicación incuestionable de Valencia en el mapamundi, la defensa de nuestras señas de identidad frente al pancatalanismo, o los datos positivos de los últimos meses en materia de crecimiento económico y empleo.
¿Y ahora qué?
No voy a entrar en valoraciones de quién será el próximo Alcalde y Presidente, eso lo decidirán aquellos que han perdido y desde la cultura mutua del odio van a 'aliarse' con ansia por echar al PP, gozando de una oportunidad histórica.
No me gustan los pactos, vengan de donde vengan, nunca me han gustado,
creo que es una herramienta fácil para convertirte en algo que no eres. Mi postura es la defensa de gobernar para todos desde el diálogo pero con un proyecto
mayoritario con opción a moldear. Defiendo la filosofía de dar un paso atrás para
meditar y trabajar, para ser de nuevo la opción de la mayoría, una nueva mayoría que con criterio sepa contrastar dos realidades muy distintas.
Ahora es el momento de ser valientes, más demócratas que nunca y no esconderse, de reconocer el mensaje que han enviado los valencianos, de desear a los nuevos gobiernos una legislatura pacífica, que gobiernen para TODOS, mirando hacia dentro y no hacia arriba (dificil), y que pongan en práctica sus programas electorales (varios) que serán juzgados en cuatro años por la sociedad. Pero, sobretodo, es el momento de la autocrítica, de una reflexión más que profunda, de cambiar caras, mensaje y fortalecer nuestros ideales como nuestros ex-votantes nos demandan, que en la labor de oposición se consiga de nuevo la confianza de los valencianos, desde nuestros valores, nuestro orgullo de ser valencianos y por tanto españoles, desde la concordia democrática y apostando, como
siempre, por un trato justo desde Madrid hacia nuestra tierra y nuestros ciudadanos.
Los partidos deben regenerarse continuamente, es un clamor innegable, y tanto el PP de Valencia como el PPCV debemos aprobar, con nota, esta asignatura pendiente. Confío en que cuatro años (o los que aguante la coalición) sea más que suficiente para que se den por aludidos aquellos pocos que nos perjudican a todos, y aquellos que realmente creemos en los valencianos y en el partido (especialmente los jóvenes de NNGG) tengamos más voz.
Todavía no está todo perdido, de hecho volvemos a ser el proyecto más respaldado, debemos mantener la cabeza bien alta pero sin lloriqueos. Tenemos la oportunidad de ejercer una oposición ejemplar y apasionante, al menos para mí desde las redes sociales, va a ser muy curioso ver a quienes antes gritaban y se limitaban a descalificar ejerciendo ahora de 'mandamases'.
A todo esto simplemente añado, Carpe diem, aprovechemos el momento que los valencianos nos han dado para cambiar. Simple, aprovechándolo volveremos a estar donde ahora no quieren que estemos.
